miércoles, 7 de enero de 2009

Confesión

En general he dedicado este blog a señalar defectos ajenos ya criticar a diversas personas e instituciones: desde Puccini hasta la Comisión Nacional del Agua, desde los diminutivos hasta la Iglesia Católica, pasando por Karita Mattila, El Colegio de México y un largo etcétera. Pero hoy me propongo hacer algo diferente, para variar, y hablar de mis propias faltas y culpas.

Tal vez esta iniciativa, tan claramente perjudicial para mi reputación, tan cercana a un suicidio de mi autoestima, se deba al espíritu de reflexión e introspección que predomina en esta época en que termina diciembre de un año y empieza enero del siguiente (se cierran ciclos, dirían algunos cursis); tal vez sea resultado de mi formación católica, según la cual para expiar los pecados hay que confesarlos; o tal vez, simplemente, se deba a que mi psicoanalista está de vacaciones y necesito descargar mi conciencia como medida de higiene mental.

Es importante aclarar que no me siento en ninguna medida orgulloso de los pecados que voy a confesar a continuación: estoy plenamente consiente de que son faltas graves contra la dignidad humana, el medio ambiente o el buen gusto. Por ello pido perdón con toda humildad, con toda vergüenza y con la esperanza de no caer de la gracia de mis lectores.

Ahí les voy. Ave María Purísima. Sin pecado concebida…

  • Confieso que cuando alguien me pregunta si he leído un libro trascendental para la cultura universal como “La guerra y la paz” o “En busca del tiempo perdido”, invariablemente respondo que sí, aunque muy rara vez sea cierto.
  • Confieso que nunca me han gustado las películas de David Lynch.
  • Confieso que me preocupan más los avatares de la carrera de Britney Spears que la crisis financiera internacional.
  • Confieso que si se me acerca un voluntario de Greenpeace o de Amnistía Internacional para hacer propaganda o pedirme apoyo, procuro evadirlo o de plano esconderme.
  • Confieso que si el voluntario en cuestión es guapo, NO procuro evadirlo ni mucho menos esconderme.
  • Confieso que compré el primer disco de Ricardo Arjona (el que traía la canción de “Mujeres”), pero ni siquiera entonces me gustó.
  • Confieso que no sé cómo se llama ni de que partido es mi delegado, ni mi diputado local, ni mi senador correspondiente, y que no tengo la menor intención de averiguarlo.
  • Confieso que Juan Soler me parece gua-pí-si-mo.
  • Confieso que no entiendo la poesía de Octavo Paz.
  • Confieso que compro discos y películas piratas al por mayor, y que me produce una inmensa alegría constatar todo el dinero que ahorro en cada compra.
  • Confieso que no tengo ni la más remota idea de qué significa “correr una regresión”.
  • Confieso que me parecen graciosísimos los videos en los que golpean a las botargas del Dr. Simi. Ya sé que hay un pobre individuo adentro de la botarga, y que no debe pasarla nada bien con la golpiza, pero aun así me da una risa loca. (Si alguno de mis lectores comparte esta sádica afición, les recomiendo que consulten la gran variedad de videos disponibles en Youtube).
  • Confieso que no sé cuando se escibe"aún" y cuando "aun"
  • Confieso que ya leí toda la saga de “Crepúsculo” (o como se llamen las novelas de vampiros adolescentes de Stephanie Meyer). Y, lo que es peor, confieso que los disfruté bastante.
  • Confieso que no he hecho absolutamente nada por detener el calentamiento global.
  • Confieso que me gusta burlarme de los Testigos de Jehová diciéndoles cosas como: “ahorita estoy algo ocupado, pero en cuanto acabe la orgía te atiendo (aquí le echo al misionero en cuestión una mirada de lujuria y le pongo la mano en el brazo) …o mejor pásale y cuando terminemos platicamos”
  • Confieso que miento mucho cuando me confieso.
  • Confieso que me encantan los musicales de Broadway.
  • Confieso ser totalmente intolerante a la estupidez, a la crueldad, a la mezquindad, a la hipocresía, a pesar de que –como se demuestra en esta misma confesión- soy muy proclive a todos estos defectos.
  • Confieso que nunca confesaría en un blog mis pecados realmente graves.

Les suplico a mis siempre comprensivos lectores que sean indulgentes, que piensen en las faltas que han cometido y que las compartan conmigo (y con los demás lectores) mediante sus amables comentarios. Yo prometo absolverlos, sin necesidad de penitencia.

3 comentarios:

Atzimba dijo...

Luisito,

Yo por todos esos "confiesos" te quiero y no sólo eso: también te admiro.

Astro dijo...

Luis
Te había escrito mis confesiones pero esta estúpida computadora se desconectó y los borró. Por lo cual, confieso que en cuanto pueda me compraré una MAC... toma esa!
Besos

Roberto dijo...

Pues sí, algunas de tus faltas te convierten en un ser despreciable, mira que hay que ser muy insensible y muy burgués para no disfrutar la lírica del máximo exponente de la música pop guatemalteca. Según la Real Academia “aún” no existe, según yo es sinónimo de todavía y “aun” sustituye “hasta”. Los delegados son casi invariablemente perredistas y casi siempre de la peor calaña. A lo de la regresión tendremos que ponerle remedio en otro momento. En lo que te comprendo un poco es en lo relativo a las películas de David Lynch, yo nunca le encontré sentido—ya no digamos gracia—a los misterios de Twin Peaks. Bueno, con todo y todo tus lectores te queremos. Un abrazo.