jueves, 25 de septiembre de 2008

¿Flaquito?

.
La verdad, siempre me ha dado gran ternura y simpatía esa tendencia que tenemos los mexicanos de aplicar los diminutivos con gran prodigalidad. No es raro escuchar frases como: ¿Me podría regalar unos limoncitos para estos taquitos? Y también más tortillitas, pero que estén bien calientitas, por favor, en las que el diminutivo se aplica sin relación alguna con el tamaño físico de los limones, los tacos ni las tortillas. Qué decir de aplicarlo a un adjetivo como caliente. Sin embargo, hay veces en que el uso del diminutivo no me parece ni tierno ni simpático.

Casi siempre, para describirme a mi y a otras personas con mi misma complexión física, la gente usa el término “flaquito”. ¿Por qué no dicen simplemente “flaco”? No creo que tenga que ver con mi tamaño, porque, si bien es cierto que no es mucho el volumen que ocupo en el universo físico, no puedo ser considerado una persona pequeña, comparado con la media nacional (mido un metro setenta y cinco centímetros de estatura).

El uso del diminutivo en este caso también pudiera deberse a una graduación o cuantificación. Como cuando decimos que alguien es "guapito" para dar a entender que no es tan guapo, cuando quedamos de vernos en la "nochecita" para aclarar que no queremos que sea tan noche. Pero me temo que este no es el caso tampoco: a nadie que me haya visto se le ocurriría decir que no estoy tan flaco (a menos que el punto de comparación sea la media nacional somalí).

Por lo tanto, debe haber otra explicación para la aplicación tan injustificada del sufijo -ito y mucho me temo que es la siguiente:

Cuando la gente quiere que una palabra que considera peyorativa no suene tan peyorativa, la reduce como para hacerla más cortés. Como si diciendo “negrito” para referirse a alguien de raza negra, o “indito” para designar a un indígena, o “mongolito” para una persona con síndrome de Down, el comentario fuera menos cruel, menos racista, cuando es exactamente a la inversa. Puede sonar cómico oír a alguien referirse a un basquetbolista afroamericano de más de dos metros como negrito o a una monumental cocinera zapoteca de ciento veinte kilos como indita. Pero en realidad no tiene nada de cómico: es más bien indignante.

El razonamiento oculto detrás del diminutivo es el siguiente: “como es tan pequeño, no podemos culparlo por ser tan prietito.” Además de presuponer que ser negro o indio es una condición inferior, aplicar el diminutivo en estos casos disminuye a las personas (por algo se llama diminutivo), las minimiza, las infantiliza, las anula como seres humanos (al menos como seres humanos de tamaño normal y edad adulta).

La verdad, a mi no me importa que me describan como “flaquito” (aunque, si se empeñan en emplear eufemismos, yo sugeriría palabras como delgado o esbelto). Lo que sí les voy a suplicar a mis amables lectores es que se abstengan de usar el diminutivo para expresar su racismo, su intolerancia y su estupidez.

(Ojo: nada de lo dicho en este artículo aplica para el Negrito Sandía, la Negrita Cucurumbé ni el Negrito Bailarín de las respectivas canciones de Cri-cri, ya que dichos personajes son efectivamente pequeños, por su tamaño o por su edad, por lo que, en sus casos, el diminutivo está perfectamente justificado.)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Luis,

pero Agricita te dice usualmente "luisito"!!

en todo caso, eres genial.

no tengo aportación alguna, claro, sigo trabajando. pero de que me alegraste la noche, lo lograste.

¿pero y que dices de Chiquita Banana?

Atte, Morenita pero guapa.

Anónimo dijo...

Flacote mío, un besote.

Anónimo dijo...

Ay, que post tan homosexualito.

O será putito?