viernes, 3 de octubre de 2008

Hugues Cuènod

Hay muy pocas personas vivas por las que pueda decir que sienta una admiración total y absoluta. Una de ellas es un cantante de ópera, tenor para ser preciso, y se llama Hugues Cuénod.

Su origen familiar —es descendiente de una muy antigua y muy aristocrática familia de la parte francesa de Suiza— le permitió recibir la mejor educación musical que el dinero pudo pagar. Además, tuvo la suerte de tener buena voz, buen oído y buen gusto, lo cual le permitió convertirse en un cantante bastante exitoso. Y lo hubiera sido todavía más si no hubiera sido por la fascinación que siempre ha sentido hacia lo escandaloso, lo exótico, lo novedoso, lo cual lo llevó a apartarse del repertorio operístico convencional y explorar, en cambio, obras de compositores contemporáneos, llenas de sonidos extraños e inquietantes; o bien desenterrar piezas caídas en el olvido, como las misas, los rondós y los motetes de Gillaume de Machaut, escritas en el siglo XIV.

Hizo su debut en París —¿dónde más?— cantando la controvertida ópera de Ernst Krenek Jonny spielt auf en 1928. Durante la década de los 30 se mezcló con la crema y nata de la intelectualidad europea, incluyendo a la compositora francesa Nadia Boulanger, cuyo salon parisino reunía a los personajes más glamorosos de la época. Tras la ocupación alemana de París, Hugues regresó a su Suiza natal donde fue contratado como maestro de canto en el Conservatorio de Ginebra.

En 1951, en Venecia, Hugues cantó en el estreno mundial de la ópera de Igor Stravisnki The Rake’s Progress (o La carrera del libertino) en el papel de Sellem, junto con la gran soprano alemana Elizabeth Schwarzkopf. Después cantó en varios de los foros más importantes de Europa, como el festival de Glyndebourne, la Scala de Milán y el Covent Garden de Londres.

En 1987, Cuénod debutó en la Metropolitan Opera House de Nueva York en el papel del emperador Altoum, en Turandot de Puccini, y rompió el récord de la persona de más edad en debutar en dicho escenario. Tenía ochenta y cinco años.

Y es que, había olvidado mencionarlo, pero monsieur Cuénod nació un 26 de junio de 1902, lo cual quiere decir que hace poco cumplió ciento seis años. (!!!)

También había olvidado mencionar que Cuénod es gay y lo que se dice un “asalta-cunas”, pues desde hace varios años anda con un hombre cuarenta y un años menor que él, un muchachito de apenas sesenta y cinco años llamado Alfred Augustin.

En 2006 se aprobó en Suiza una ley que permite una especie de sociedad de convivencia entre personas del mismo sexo (una fortuna más, en la siempre afortunada vida de Cuènod), lo cual permitió que Alfred y Hugues formalizaran su relación, cosa que hicieron en enero de 2007, cuando este último tenía ciento cuatro años.

La pareja vive en un castillo del siglo XVIII, el Château de Lully, a orillas del Lago Leman, en el cantón suizo de Vaud, el cual ha pertenecido a la familia de Cuénod desde hace más de doscientos años (el castillo, no el lago ni el cantón). Según declaró hace poco Augustin, el longevo tenor disfruta salir a pasear en su Lamborgini convertible, a la mayor velocidad posible y con la capota baja, para que el aire sacuda su pelo blanco, el cual lleva bastante largo.

No sé si haya alguna moraleja o lección que aprender en esta historia. Lo que sí sé es que cada vez que pienso en la vida de Hugues Cuènod, o escucho alguna de sus grabaciones (que son difíciles pero no imposibles de conseguir) siento en el estómago una agradable sensación de calidez y de esperanza.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pero lo más increible de Hugues es sin duda su gato.