martes, 7 de octubre de 2008

Con la mierda hasta el cuello

Tal vez las haya usted visto. Tal vez haya recibido una. Una de las cientos, de las miles de cartas que, con motivo del Segundo Informe de Gobierno de Felipe Calderón fueron remitidas a los hogares mexicanos. Son unas cartitas muy bonitas, impresas a todo color en un papel de la mejor calidad. En ellas aparece una fotografía del señor presidente, muy elegante él, y se hace un resumen de los grandes logros alcanzados en el año por su administración.

El receptor de una de estas misivas, el señor Benito Ramírez, se dio cuenta de un detalle extraño: como remitente de su carta no aparecía Felipe Calderón, ni la oficina de la Presidencia de la República, ni siquiera la Secretaría de Gobernación, sino la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA, pa los cuates).

Extrañado, el señor Ramírez presentó una solicitud de información (número de folio 1610100126208) en la que requirió a dicha Comisión el número de cartas enviadas, así como los montos gastados por la impresión y el envío de las mismas. En un primer momento, CONAGUA se hizo la desentendida y se declaró incompetente para atender la solicitud. Sin embargo, ante la amenaza de que el IFAI interviniera y armara escándalo (que es lo único que el IFAI puede hacer), optó por soltar la sopa: confesó que había mandado 265,382 de estas cartas, con un costo de impresión de $172,431.95 y un costo de envío por el Servicio Postal Mexicano de $595,119.13. Esto quiere decir que se gastaron más de 767,000 pesos, directamente del presupuesto de CONAGUA.

Hasta donde tengo entendido, la Comisión Nacional del Agua no tiene entre sus atribuciones difundir mensajes publicitarios del Presidente ni fungir como oficina de comunicación social de la presidencia. Más bien, según entiendo, tiene que ver con administrar y preservar las aguas nacionales para lograr el uso sustentable del recurso. Esto incluye, si no me equivoco, desalojar el agua de las zonas inundadas del país y participar en trabajos de reforzamiento para evitar más inundaciones.

Al parecer, los dirigentes de tan heroica institución consideraron que estas labores no son tan urgentes y que podían dedicar casi ochocientos mil pesos de su presupuesto en imprimir y enviar las cartas referidas.

Yo quisiera preguntarles a estos señores: ¿qué no salen a la calle? ¿que no se han dado cuenta que no ha parado de llover? ¿acaso ignoran que un nuevo huracán (creo que se llama Marco) avanza inexorablemente hacia las costas del Golfo de México? ¿qué no leen los periódicos? ¿qué no saben que, a causa de las incesantes lluvias, las aguas de los ríos Coatzacoalcos, Mezcapala, La Sierra, Grijalva y Usumacinta, entre otros, se han desbordado causando inundaciones en extensas zonas de Tabasco y el sur de Veracruz? ¿no han visto las escalofriantes fotografías? ¿no saben que cientos de familias han perdido todo cuanto poseen bajo el lodo y que son muchos los que se han quedado sin otro medio de subsistencia que servir como barqueros y cruzar a los transeúntes de un lado a otro de lo que antes eran calles y avenidas y hoy son ríos en balsas improvisadas, a cambio de un módico pago? ¿no saben que esta situación favorece el la propagación de enfermedades como el paludismo, la difteria o el cólera? ¿no entienden el horror que significa vivir hundidos en la mierda?

Claro, se puede argumentar que una suma tan pequeña no podría hacer diferencia alguna para resolver un problema tan complejo. Yo le pido, amable lector, que piense qué haría usted si recibiera ochocientos mil pesos. Ahora le pido que se imagine que su casa, sus pertenencias, su medio de subsistencia, todo se lo ha llevado el agua. Ahora vuélvalo a pensar: ¿qué haría entonces con ochocientos mil pesos? Visto así, la suma no parece trivial.

Tal vez los distinguidos dirigentes de CONAGUA piensen que solucuionar el problema no es tan urgente: dada la actual estabilidad del sistema financiero, deben pensar que en los próximos meses sobrará el dinero para estas y otras labores. O tal vez piensen que el problema no es grave. Al fin y al cabo, esa gente siempre ha sido pobre: ¿qué tanto daño puede hacer un poquito más de mierda en sus miserables vidas? No. Es mucho más importante invertir sus recursos en imprimir y enviar elegantes epístolas que den a conocer a todo el pueblo de México lo maravillosamente eficiente que ha sido la administración de Felipe Calderón para resolver los problemas de la nación y elevar el nivel de vida de sus habitantes.

Y mientras tanto, sigue lloviendo.

1 comentario:

Astro dijo...

Bueno... y aunque les sobrara la lana a los de CONAGUA y aunque fueran 100 pesos, el presupuesto no se los autorizaron para eso, coño me cachis en todo!!!